jueves, 8 de enero de 2009

La victoria que salvó al mundo

La victoria que salvó al mundo

FUENTE: LA VOZ DE LA ESPERANZA
Una idea muy popular es que cuando Cristo murió, salvó a la iglesia, o a la gente buena que pertenece a la iglesia. Pero causa una agradable sorpresa el darnos cuenta de que su triunfo abarcó mucho más que eso: literalmente, ¡salvó al mundo entero! Cuando comprendemos lo que esto significa, nuestros corazones se llenan de un gozo que ninguna otra cosa puede igualar.

Esta hazaña maravillosa que Jesús realizó en la cruz, es algo que hemos descuidado o ignorado durante siglos. Ahora ha llegado el tiempo de que todo el mundo aprenda lo que por tanto tiempo ha sido una verdad nebulosa, confusa: la razón de que Jesús clamara, con lo que casi era su postrer aliento, con voz que conmovió el cielo y la tierra: “!CONSUMADO ES!” (S. Juan 19:30). La misma energía física necesaria para que un moribundo dejara oír un clamor tal, indica que un ángel lo fortaleció para que pudiera expresarse.

¿Qué fue lo que “consumó” nuestro Salvador? ¿Querría decir que ahora sus sufrimientos habían llegado a su fin, y ya podía descansar? ¿Que ya había pagado la deuda que nosotros debíamos’? Sí, todo eso: pero aun hay mucho más.

Jesús enseñó, en Juan 12:47. que el Padre lo había mandado a este mundo con una tarea específica. Su misión era “salvar al mundo”. Y en el capítulo 17:4 leemos que la noche anterior a su muerte, al orar a su Padre. Cristo declaró que había cumplido el encargo divino: “Yo te he glorificado en la tierra. He acabado la obra que me encargaste”.

Esa exclamación: “CONSUMADO ES”, es la sexta de las siete “palabras” dichas desde la cruz.

¡Estas sí que son buenas nuevas! La Biblia dice que está cerca el día cuando van a “alumbrar la tierra con su gloria”.

Los samaritanos comprendieron la verdad más rápidamente que los judíos. De hecho, se adelantaron aun a los doce apóstoles. Después de haberse encontrado con Jesús una sola vez, dijeron de él: “. . . en verdad este es el Salvador del mundo” (5. Juan 4:42). Pablo declaró que es “Salvador de todos los hombres, en especial de los que creen” (1 Timoteo 4:10). Queda claro, entonces, que si se dice de él que es “en especial” el Salvador “de los que creen”, 1también debe ser en algún sentido el Salvador de los que no creen en él!

La idea es sencilla y queda bien clara. Hay dos formas de comprender la palabra “Salvador”. Cristo nos ha salvado a todos ahora, en nuestra vida física presente: y para los que creen, también los salva para vida eterna.

Nuestra vida física fue comprada para nosotros por el sacrificio del Hijo de Dios. Cierta escritora dice, sabiamente, que cada comida que gustamos es, en realidad, “un sacramento”, y que la cruz de Cristo está estampada en cada trozo de pan. La mayoría de la gente no se da cuenta de esto, porque nadie se lo ha enseñado. Esto significa que comen ‘indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor” (1 Coril1tios 11:29). Jesús dijo: “Yo Soy el pan de vida” (5. Juan 6:48). “El pan de Dios es aquel que desciende del cielo y da vida al mundo” (vers. 33). ¡Toda la vida que hay en este planeta es el don del sacrificio de Cristo!

En Romanos 6:23 dice que “la paga del pecado es la muerte”. Esa muerte universal seria eterna si Cristo no nos hubiera salvado de ella.

Amigo, amiga de La Voz, respira profundamente, y luego haz una pausa para pensar que esta sencilla bendición, que de hecho es inmerecida, es un don que Cristo te ha concedido como “el Salvador del mundo”. El planeta mismo habría sido destruido; la vida en él habría cesado, si el Hijo de Dios no se hubiera entregado por nosotros. Todo esto está incluido en la verdad que proclama la cruz de Cristo.

Pero hay un sentido aun más abarcante en el cual lo que Cristo realizó en la cruz fue una poderosa hazaña. Allí el Salvador también derrotó a Satanás, el enemigo de Dios. En un tiempo, Satanás fue el más glorioso de todos los santos ángeles, pero inventó algo nuevo: el pecado. Cuando se negó a arrepentirse, perdió su carácter como “Lucifer” el portador de luz, y se rebeló: decidió derrotar a Dios en una gran guerra cósmica, y apoderar- se del trono de Dios, haciéndolo suyo.

Esto es lo que se conoce como “el gran conflicto entre Cristo y Satanás”. La guerra se libra en los corazones humanos, por todo el mundo. En esta guerra, o se cree a la verdad, o se aceptan las mentiras satánicas. Y la cruz es el instrumento con el cual se derrota a Satanás, ya sea en la gran controversia cósmica o en la batalla contra el pecado en nuestros corazones humanos individuales.

La controversia comenzó en el cielo, porque leemos en Apocalipsis 12:7-9 (NRV): “Hubo una gran batalla en el cielo. Miguel y sus ángeles combatieron al dragón, y el dragón ‘y sus ángeles combatieron; pero éstos no prevalecieron, ni se halló más lugar para ellos en el cielo. Y fue lanzado fuera ese gran dragón la serpiente antigua. que se llama diablo y Satanás. que engaña a todo el mundo. Fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él”. “Miguel” es uno de los muchos nombres de Cristo; significa: “~Quién es como Dios?”

Dice una escritora inspirada: “Al principio de la gran controversia, los ángeles no comprendían esto. Si se hubiese dejado a Satanás y su hueste cosechar el pleno resultado de su pecado, habrían perecido; pero para los seres celestiales no habría sido evidente que ello era el resultado inevitable del pecado. Habría permanecido en su mente una duda en cuanto a la bondad de Dios, como mala semilla para producir su mortífero fruto de pecado y desgracia” (El Deseado de todas las gentes, pág. 713).

Nuestros primeros padres, Adán y Eva, creyeron en la mentira de Satanás. y le dieron paso para que “engañara” a todo el mundo. Ahora, el gran argumento del diablo es que ha inventado algo tan fuerte que ni siquiera Dios puede vencerlo Y ese “algo” que Satanás afirma que es invencible, es el pecado y su acción sobre nuestra carne caída.

Por mucho tiempo, ha parecido como si Satal1ás fuera a triunfar en esta “gran controversia”, porque el pecado se ha arraigado a tal punto en nuestra naturaleza pecaminosa. que el mundo está lleno de él. Todos hemos sido esclavos del pecado. “Todos pecaron”, y “no hay justo. ni aun uno” (Romanos 3:23, 10). Hasta los religiosos han descubierto que es imposible vivir sin caer en el pecado, y muchos de ellos han echado oprobio y vergüenza sobre Jesús. Si por nuestra vida proclamamos que el pecado es más fuerte que la gracia de Cristo, estamos “votaiido” en favor de Satanás en esta gran controversia.

La batalla más crítica de esta controversia cósmica se libró en el corazón de Jesús durante su vida en este mundo, Nació de la virgen María, habiendo heredado de ella nuestra naturaleza humana caída, pecaminosa. La Biblia presenta claramente a María como una mujer cuya naturaleza era igual a la nuestra; esto es, como una víctima del pecado que necesitaba un Salvador, tal como nosotros lo necesitamos. Por eso su nombre es “Emmanuel”, que quiere decir “Dios con nosotros” (5. Mateo 1:23). ¿Le sería posible a Cristo, en su calidad de ser humano con nuestra naturaleza caída. vivir una vida victoriosa sobre todas nuestras tentaciones a pecar. que Satanás lanzaría sobre él?

En Hebreos 4:15 dice que Jesús “fue tentado en todo según nuestra semejanza”; y aquí hacemos una pausa, para preguntar, llenos de ansiedad: “~Cuál fue el fin de todo?” La Palabra inspirada termina diciendo: “. . . pero sin pecado”. La tentación a ceder a Satanás y caer en pecado fue tan grande en el corazón de Cristo, que le brotó el sudor como gotas de sangre. Se requirió hasta la última onza de energía en su alma para resistir las tentaciones más atractivas de Satanás, pero Jesús salió victorioso de la prueba. El Salvador “condenó al pecado en la carne”, esa misma carne que todos tenemos caída y pecaminosa Así ganó esa gloriosa victoria; y todos los que aprecien lo que él ha logrado, se harán eco de la oración de David: “Dios, crea en mí un corazón limpio” (Salinos 51:10)

El Hijo de Dios libró esa tremenda batalla de los siglos en su propio corazón humano mientras colgaba de la cruz en medio de las tinieblas. Soportó lo que ningún otro ser humano ha tenido que soportar en toda la historia: el abandono total de Dios. Nuestro Salvador soportó las tinieblas absolutas del espíritu humano, que no dejaban pasar ni siquiera el menor rayito de esperanza. Soportó la ira de Dios contra el pecado, porque “al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros” (2 Corintios 5:2 1). No queda nada más que alguien vaya a tener que soportar en la segunda muerte que sufrirán los perdidos en el juicio final. El apóstol Pablo dice que “el aguijón de la muerte es el pecado” (1 Corintios 15:56, 57). Contra Cristo. este aguijón agotó su veneno. El Salvador descubrió su alma, dejándola a merced de ese aguijón, es decir, de su total condenación. ¡Gloria de glorias! El trono de Dios ha quedado asegurado para toda la eternidad! Y por fe. tú y yo podemos compartir la victoria.

Ahora, Cristo tiene el derecho de proclamar su triunfo ante todo el universo de Dios, ante todos los mundos no caídos, ante todos los santos ángeles, ante todo el mundo, y tambiél1, ante todos los demonios: “!CONSUMADO ES!” Satanás y el pecado han sido vencidos para siempre.

La escritora mencionada anteriormente, en el mismo libro y la misma página, afirma: “Bien podían, pues, los ángeles regocijarse al mirar la cruz del Salvador; porque aunque no lo comprendiesen entonces todo, sabían que la destrucción del pecado y de Satanás estaba asegurada para siempre, como también la redención del hombre, y el universo quedaba eternamente seguro. Cristo mismo comprendía plenamente los resultados del sacrificio hecho en el Calvario


¿Se goza tu corazón al pensar en esta victoria gloriosa? No olvides, amigo o amiga de La Voz: La victoria se obtiene “en Cristo”. Pero la batalla que se libra en nuestro corazón todavía no se ha resuelto en el triunfo definitivo sobre Satanás y el pecado.

¿En qué lado eliges estar: en el del enemigo, o el de Cristo? Tú y yo podernos darle gloria a Cristo, demostrando que su Evangelio es el “poder de Dios para salvación”, aquí y ahora. ¡Vale la pena vivir por algo así!

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